Sólo aquel que se conoce a sí mismo es dueño de su alma.

Cuando descubrimos qué somos podemos fácilmente descubrir quién somos y el rebote de almas se detiene, hemos encontrado nuestra identidad, poseemos el alma que siempre estuvimos buscando. Ahora somos dueños de nosotros mismos y nuestras decisiones nos afectarán directamente a nosotros, el karma se ha iniciado señoras y señores. A partir de este momento de descubrimiento nuestro vínculo con el universo se hace más directo, ya no hace falta pasar por secretarias ni asistentes, somos un ejecutivo universal con la misma importancia que el universo mismo. Todo en el universo es energía, una inmensa rueda de energía cíclicamente moviéndose por el infinito, y nosotros el entrar en contacto con nuestra alma tenemos poder sobre esta energía, porque somos parte de ella y estamos en contacto directo constantemente. Antes de descubrirnos a nosotros mismos no éramos de gran interés para el universo y el karma, esta energía mencionada con diferentes nombres durante la historia en todas las regiones del universo que nos guía por el camino de tener un alma capaz de iluminarse y que nos premia y castiga de acuerdo a como mantengamos el equilibrio de la parte del universo que se nos ha encomendado; pero ahora que somos capaces de cuidar y manejar una parte del universo, por supuesto que no vamos a andar libres por ahí haciendo lo que queramos. La energía no se crea ni se destruye sólo se transforma, dijo un antiguo genio al que se le fue permitido dar a conocer el secreto mismo del universo, pero esta inmortalidad de la energía existe sólo por su equilibrio, por eso existe el karma.

A veces sucede que encontramos nuestra alma y nos preguntamos por qué las cosas no salen como esperamos o por qué nos suceden sólo cosas malas, si somos buenas personas, a veces algunos hasta se hacen una pregunta más específica y se preguntan por qué tienen tan mal karma si lo único que han echo ha sido hacer lo posible por mantenerlo en equilibrio. Esto puede ser por dos motivos, el primero y más simple de explicar es que nuestra alma en una vida pasada haya pertenecido a alguien que hizo mucho daño y nosotros en esta vida tenemos que pagar limpiando nuestro karma y nuestra alma de aquellas manchas, quienes estén más avanzados en su contacto con ellos mismos puede que logren alcanzar el equilibrio antes de lo esperado o puede que logren sentir según el flujo del universo los pasos a seguir para limpiarse y ser perdonados por el karma, aquellos que resultan más perdidos y separados de la gran energía cósmica son los que necesitarán ayuda para poder vivir en equilibrio, una gran forma de hacer esto es perdonarse a sí mismos por los problemas causados en vidas pasadas a través de una regresión inducida o soñada y otra forma es encontrando un guía espiritual que ayude a abrir los ojos hacia el contacto con el universo y la energía cósmica, normalmente estos guías son esas personas que te hacen sentir tranquilo, seguro, confiado y que te hacen sonreír cuando nadie debería poder hacerlo.

Un dato curioso es que sólo cuando somos dueños de nuestra alma somos capaces de tener experiencias extracorpóreas, y es sabido que todos por lo menos una vez en la vida tiene una experiencia de este tipo. ¿Qué pasa si hemos tenido una de estas experiencias pero aún no sabemos qué o quién somos en el universo? ¿Es posible esto? Claro que es posible e incluso es común, porque para poder saber qué somos tenemos que tener algo de conocimiento, tenemos que tener ideas y tenemos que se capaces de generar y crear en nuestra mente, se necesita un desarrollo mental, un desarrollo del quién para poder saber el qué y así terminar de conocer el quién. Se ve más complicado de lo que parece, pero es básicamente el concepto del ciclo, no hay primera sin segunda, y difícilmente habrá segunda si no hay primera. Mente y alma, las dos son primeras y las dos son segundas. Todo en el universo es complementario y al mismo tiempo suplementario, encuentren esto en algo, cualquier cosa y habrán encontrado la perfección de ese algo. A veces todas las puertas del conocimiento se abren ante nosotros y no las sabemos ver.

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